jueves, enero 20

Las niñas buenas

- Las niñas buenas no hacen esas cosas. – dijo él, mirando fijamente a la cámara y enseguida se pintó en su cara una gran sonrisa.

- Si, probablemente las niñas buenas no lo hagan pero, ¿quién dijo algo de ser buenos? – contestó ella pensando que era demasiado tarde para aceptar que era imposible no acudir a los clichés de vez en cuando. Había que subir un poco el tono, no eran suficientes las obscenidades que intercambiaban a través del teclado.

- ¡Dirige bien la cámara en dirección a tu cama y muéstrame! – le pidió él a ella.  La idea era dejarse llevar como si no hubiera espectador alguno y así lo haría. Hacía tiempo que tenía ganas de hacer una de esas cosas en las que pierdes la cabeza y minutos después se preguntaría un “¿qué hice?”.

Melina recostada sobre la cama comenzó a quitarse la ropa. No se trataba de bailar, no se trataba de seducir, ambos se encontraban con todas las ganas. Él se tocaba y ella también, así de sencillo. Tendida sobre la cama pasaba las puntas de los dedos por los costados de su cuerpo para provocarse escalofríos y poder endurecer sus pezones mientras jugaba con las piernas que a veces entreabría y luego las cerraba nuevamente.

Una vista lateral para poder acariciarse ante él. Así fue recorriéndose hasta que comenzó a bajar su mano poco a poco por entre sus senos, sobre su vientre hasta llegar a su zona pélvica, hasta que su mano se perdió entre los muslos. Abrió un poco más las piernas para poder tener contacto libre contra su clítoris. Ella pensaba en la mano de él tocándola toda. Él simplemente observaba en silencio.

No tardó en comenzar a meter un dedo y luego dos, ya estaba demasiado mojada. Estaba en el punto exacto en el que podía controlar la llegada de su orgasmo o simplemente alargarlo. Decidió alargarlo un poco y alcanzó entonces un pequeño artefacto que tenía para poder divertirse “sola” de vez en cuando. Lo metió entre sus piernas hasta que él no aguantó.

- ¡Ponte en cuatro! – le ordenó –¡Ponte en cuatro y mete el dildo donde yo lo pueda ver! -. Avergonzada al principio, obedeció ya que quería excitarlo a toda costa. Posicionada en cuatro fue introduciendo el artefacto entre sus piernas nuevamente. Resbalaba fácilmente gracias al lubricante que ya había producido.

No era suficiente, ella sentía la necesidad de más todavía y ansiosa acercó su otra mano a su trasero comenzando a acariciar su ano. Estaba a mil y masajeando esa parte de su cuerpo comenzó a mover la cadera hasta que el mismo movimiento la fue forzando a meter su dedo en el orificio trasero. No dolía, ella sabía exactamente que presión poner para que fuera delicado y excitante a la vez. La posición no era la mas cómoda pero la satisfacción y el deseo era demasiado. Cuando ya no pudo mas, se puso de frente a “él” de rodillas.

- Lo quiero por atrás – le dijo entre jadeos.

- ¡Hazlo! – contesto él y ella de rodillas aún, abrió las piernas y puso el dildo en la cumbre de su ano sin introducirlo. Se sentía húmedo, no iba a haber problema para entrar. Poco a poco fue metiéndolo; en su cara se podía ver una mezcla de dolor y excitación. Su cadera había tomado ritmo, estaba a punto de terminar. Pocas veces lo había hecho analmente pero sabia que era un punto exageradamente sensible. A penas lo tocaba y ya sentía que desvariaba.

El orgasmo no se hizo esperar. El gemido atrapado era audible por fin y Melina se dejo caer entre las sabanas para poder retorcerse a gusto de puritito placer. Él termino con ella y así se quedaron un rato hasta que se reincorporarse para poderse despedir. Otra forma de hacer de la web algo interesante, ¿no?

2 comentarios:

la_paTana ® dijo...

Nada como concluir y retorcerse de placer... SEXCELENTE!

Lina dijo...

la morra... se llama como yo :D que emoción